Crema catalana, receta para un postre perfecto

En cada lugar, en cada región del mundo, existen platos que son definitorios de la sociedad y la cultura de aquel sitio. En Cataluña tenemos un montón de recetas propias de todo tipo, que hacen que nuestra gastronomía sea admirada en todo el mundo y disfrutada no solo por los propios catalanes, sino también por cualquiera que venga a visitar la región y quiera disfrutar de un buen plato. Desde los calçots hasta el pantumaca, existen numerosas recetas de la cocina catalana que ya han traspasado fronteras, y han enamorado a millones de personas en todo el mundo. Los postres son especialmente deliciosos, y uno de los mejores ejemplos es la llamada crema catalana o crema quemada, sin duda uno de los platos más insignes de la región.

A pesar de lo fácil que resulta en principio realizar esta receta, lo cierto es que es bien complicado conseguir que salga bien a la primera. Es la experiencia de quien lleva años preparándola la que nos permite disfrutarla en su punto justo, con el azúcar necesario, ni más ni menos, y con el huevo en su punto perfecto para que el postre nos sepa a gloria. Y es que la crema catalana es, sin lugar a dudas, uno de los dulces placeres más exquisitos que podemos probar por aquí, y que se está extendiendo ya por todo el mundo, con variantes que se preparan de forma tradicional o incluso con empresas que llevan la receta mucho más allá, hasta producirla de forma industrial, debido al éxito que está teniendo más allá de Cataluña.

Ingredientes que necesitas

Como decíamos arriba, lo cierto es que la receta de la crema catalana no es demasiado complicada, ya que se basa en ingredientes habituales que son fáciles de conseguir y que normalmente todos tenemos en casa. Para un postre de tamaño familiar vamos a necesitar 5 huevos, 100 gramos de azúcar, medio litro de leche entera, 25 gramos de harina de maicena, algo de azúcar caramelizado (o un poco más de azúcar normal) y la piel de un limón o una naranja, junto con un poco de canela en rama. Con todo ello prepararemos un postre verdaderamente exquisito que hará las delicias y sorprenderá por su dulzura y su sabor, aunque eso sí, debemos tener mucha paciencia con este postre, para que nos salga en su punto.

Preparación

Lo primero que debemos hacer es poner un cazo con la mitad de la leche, o un poco más, calentándose a fuego lento. Le añadimos la ralladura de la piel del limón o la naranja, dependiendo la fruta que hayamos escogido, y también la canela en rama. Todo esto nos servirá para aromatizar la leche de una manera muy especial. Mientras eso se va calentando, en otro cuento colocaremos las yemas de los huevos con el azúcar que teníamos preparado. Por otra parte, en un tercer recipiente, mezclaremos la leche con la harina de maicena utilizando unas varillas, hasta que se mezclen adecuadamente. Una vez tengamos esa mezcla homogénea, la echaremos en el recipiente de las yemas y el azúcar. Seguiremos batiendo con las varillas para que no espese demasiado todavía.

Y es que hemos dejado la leche en el fuego, para que coja un poco de aroma. Debemos estar pendiente, porque en cuanto empiece a hervir, habremos de retirarla del fuego y mezclarla también en el recipiente donde tenemos ya el resto de ingredientes. Es importante en este paso utilizar un colador, para evitar que cualquier trozo grande de ralladura de la piel se pueda colar. Con toda la mezcla ya en un mismo recipiente, la volcamos sobre el cazo y la dejamos en fuego medio, mientras seguimos removiendo sin parar. La mezcla debe convertirse en una crema, así que en ese momento la quitaremos del fuego y la meteremos en el recipiente adecuado, con un film protector, para que cuaje en el frigorífico. Habrán de estar al menos unas tres o cuatro horas.

Los moldes o recipientes

Podemos utilizar todo tipo de moldes o recipientes para meter la crema en el frigorífico, aunque es cierto que para que cuaje bien conviene utilizar moldes preparados para ello, que tengan las suficiente profundidad como para que al espesarse un poco más, la crema se agrande sin salirse del propio molde. Los recipientes, eso sí, deben estar bien cerrados con papel transparente, para evitar que cualquier olor se mezcle, o simplemente, que la propia crema se eche a perder. Podemos presentarla, de hecho, en los mismos recipientes que hemos escogido para meterla en el frigorífico, haciéndolo todo más fácil. Antes de comerla, eso sí, nos falta darle el toque final, que no le puede faltar a ninguna buena crema catalana.

Antes de servirla esparce azúcar sobre la crema.

Una de las características más notables y diferenciadoras de este postre es ese azúcar caramelizado que lleva por encima y que le da un toque super especial y también un poco crujiente, casi como el de una corteza. Utilizaremos azúcar caramelizada o azúcar normal, para darle un último toque con un soplete y que quede perfectamente quemada, en la superficie, porque ahí es donde está la gracia de este postre. La presentación se puede hacer tal cual, justo después de quemar el azúcar en la parte superior, para que esté en su punto. Podemos dejarla como postre o darle el toque del azúcar por encima justo antes de sacarlo a la mesa.